Carta abierta al Papa Francisco sobre el conflicto en torno al Camino Sinodal AlemánVer – Juzgar – finalmente Actuar

El proyecto sobre la sinodalidad del Papa Francisco es bueno, pero tiene hasta aquí un inconveniente: frente al escándalo de los abusos necesita un reconocimiento público de la culpa por parte de la Iglesia Católica, presentada por sus autoridades: frente a Dios, a Jesucristo, al Pueblo de Dios, a las víctimas y frente a las autoridades civiles por la falta de respeto al derecho público. Una carta abierta. Von Peter Hünermann

Respetado y querido Papa Francisco,

este tratamiento lo expreso muy en serio porque valoro y respeto sinceramente Su ministerio, Su persona y Su actuación. Permítame hoy asumir mi función como teólogo en un diálogo público, como expresamente ha sido debatido y asumido en el documento “Magisterio y Teología” de la Comisión Teológica Internacional (Cf. Theologie in weltkirchlicher Verantwortung. Dokumente der Internationalen Theologischen Kommission [1969–2020], Münster 2022, 42–53). Mi carta quiere estar al servicio de ese diálogo.

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El 22 de julio de 2022 la Sala de Prensa de la Santa Sede publicó una declaración sobre el Camino Sinodal en Alemania. Esa declaración de la Secretaría de Estado habla de una “necesaria clarificación” y menciona como fundamento la tutela de la “libertad del Pueblo de Dios” y “del ejercicio del ministerio episcopal”. Ambas son cuestiones centrales de la eclesiología y pertenecen al patrimonio de la fe de la Iglesia. En relación con ambas cuestiones, en la continuación del “Camino Sinodal en Alemania”, se ve un camino hacia el cisma. ¿Qué ha precedido a ese juicio? 

Santo Padre: Usted ha publicado la Constitución Apostólica “Episcopalis Communio” el 15 de setiembre de 2018, el anuncio y el proyecto plurianual que ha pensado para la profundización y la ulterior configuración del Sínodo de Obispos, anunciado durante el Concilio Vaticano II. Su objetivo es “expresar la dimensión supradiocesana del oficio (munus) episcopal –ejercida en forma solemne en el Concilio ecuménico– en la acción conjunta de los Obispos dispersos por todo el mundo, ya sea promovida por el Papa mismo o libremente aceptada por él. No se puede olvidar que concierne a este último, según las necesidades del Pueblo de Dios, determinar y promover los modos según los cuales el Colegio de los Obispos haya de ejercer su propia autoridad sobre la Iglesia universal” (Ep. Com., nro.2s.).

En los números 6 y 7 Usted habla sobre su propio empeño en continuar desarrollando el Sínodo de Obispos de tal manera que, a través del Secretario General y del Consejo respectivo, éste fije realmente la conducción colegial de la Iglesia a través del Papa y de los Obispos. Usted habla extensamente del proceso de consulta al Pueblo de Dios, de la escucha del sensus fidelium, porque el Papa y los Obispos son maestros y discípulos. Usted trata finalmente una cantidad de cuestiones individuales que se han de aclarar y organizar en el evento sinodal previsto. ¿Dónde está la dificultad con el Camino Sinodal de la Iglesia en Alemania? 

Según mi apreciación teológica de la cuestión, la Conferencia Episcopal Alemana habría cometido una grave falta, si luego de la publicación del estudio sobre los abusos en Alemania (MHG) (Cf. Harald Dreßing; Hans Joachim Salize; Dieter Dölling et al., "Forschungsprojekt. Sexueller Missbrauch an Minderjährigen durch katholische Priester, Diakone und männliche Ordensangehörige im Bereich der Deutschen Bischofskonferenz", Mannheim, Heidelberg, Gießen, 24. September 2018 [https://www.dbk.de/fileadmin/redaktion/diverse_downloads/dossiers_2018/MHG-Studie-gesamt.pdf]) no hubiese admitido inmediatamente el abuso, llamado a la conversión y anunciado tanto una seria renovación como también una decidida transformación del ejercicio de su ministerio. Así se concibió en un breve tiempo la realización del Camino Sinodal en Alemania y en marzo de 2019 se decidió con una gran mayoría.

Poco antes Usted había invitado a los presidentes de las Conferencias Episcopales a una Cumbre Antiabusos, de cuatro días de duración (del 21 al 24 de febrero de 2019), en Roma que, lamentablemente, no aportó ningún resultado concreto. 
La opinión pública internacional estaba dirigida a estos hechos eclesiales. Estoy convencido de que los fieles indignados, laicos y clérigos, y la mayor parte del pueblo alemán habrían exigido la renuncia de la Conferencia Episcopal Alemana si ella no hubiese actuado consecuentemente con el Estudio MHG.
La presentación oficial del Camino Sinodal comienza con la siguiente expresión: “El Camino Sinodal de la Iglesia Católica Romana es una instancia de diálogo para un debate estructurado al interno de la Iglesia Católica en Alemania”. ¿Se trata, por tanto, de un “cuadro de opinión” (Meinungsbild), como opina el cardenal muniqués Reinhard Marx? Ciertamente del Camino Sinodal surge un cuadro de opinión de la Conferencia Episcopal Alemana y del Comité Central. Pero ello es sólo una aproximación muy superficial al Camino Sinodal como proceso eclesial.  

¿No se trata de un consentimiento (N.T.: el autor usa la misma expresión “Übereinstimmung” que la versión alemana de Episcopalis Communio emplea para describir en “consentimiento universal” de todo el Pueblo de Dios, “desde los Obispos hasta los últimos fieles laicos” citando LG 12. [Traductor: Dr. Adrián Taranzano]) en un nuevo proceso público eclesial de penitencia y reconciliación por parte de la Conferencia Episcopal y del Pueblo de Dios en Alemania, en dimensiones hasta ahora inéditas y en nombre de Jesucristo?
Ahí está una Conferencia Episcopal, declarada culpable por una investigación pública sobre el abuso del ejercicio de su ministerio. Ella reconoce su culpa y proclama su disponibilidad a la conversión. Se ha hecho culpable ante Dios, se ha hecho culpable frente al Pueblo de Dios. ¿Quién debe impartir aquí la absolución?

Juzgar 

Se trata aquí de un pecado estructural, en cuyo marco se ha cometido una cantidad de pecados personales. Lo que se llama pecado estructural fue descubierto por la teología de la liberación latinoamericana. Un pecado estructural es algo diverso a un pecado personal. Los pecados estructurales conciernen a las instituciones. Surgen cuando instituciones que en sí persiguen un objetivo lleno de sentido, por sus reglamentaciones de hecho conducen en un determinado ámbito a rechazos sociales. Piénsese en la situación de la selva tropical amazónica. Que un gobierno apoye la producción de pastos para promover la exportación vacuna es algo sensato. Que esto en la selva tropical, por las circunstancias dadas, constituya una prevaricación es evidente.

Pero también un pecado estructural puede surgir cuando una institución –con reglamentaciones originalmente sensatas y sostenidas por el ethos público – con el paso el tiempo, por la mutación de condiciones sociales, económicas y políticas, se hace absurda, contraproducente y reprobable en general, porque se aferra a sus prácticas pasadas y, por ejemplo, hiere la dignidad de la persona humana.  Tal institución no puede alcanzar más los resultados originalmente previstos precisamente por aferrarse a su praxis pasada. 

Algo así ha ocurrido en la Iglesia Católica Romana, en Alemania y a nivel mundial. En los años noventa aparecieron los esbozos de este pecado estructural en casos como el del arzobispo de Viena Hermann Groer o en la praxis del arzobispo de Boston, el cardenal Bernard Law. Entonces se desató una verdadera inundación repentina. Obviamente que aquí se debe distinguir entre obispos que han sido ellos mismos abusadores y obispos que, en diversas formas, han encubierto los abusos.
Éste es un problema en toda la Iglesia, en todos los continentes. En todas partes hubo y hay abusadores en el clero, entre un cinco y diez por ciento, según casos verificados y según estimaciones realistas de las cifras oscuras, en todas partes con encubrimientos por parte de los obispos. Esta praxis llegó hasta las cumbres de la Curia romana. Menciono para ello solamente un nombre: el cardenal Angelo Sodano, nuncio en Santiago de Chile durante el tiempo del General Augusto Pinochet y luego cardenal Secretario de Estado por muchos años. El cardenal Joseph Ratzinger sabía de ello. Sin embargo, él mismo como Benedicto XVI reprendió al cardenal Christoph Schönborn, quien había hablado públicamente sobre el delito de Hermann Groer y le exigió una disculpa pública con el fundamento de que sólo el Papa puede reprender públicamente a un cardenal. 

El arzobispo Robert Zollitsch, anterior Presidente de la Conferencia Episcopal Alemana, reconoció en el marco del primer proceso de diálogo: “Todos hemos obrado así”. En mayo de 2018 toda la Conferencia Episcopal de Chile ofreció su renuncia, puesto que esa praxis había sido la regla en todo el país.  
Frente a esta situación en la Iglesia son necesarias dos cosas. En primer lugar: los abusadores deben ser tratados como tales. Le agradezco que Usted desde el inicio de Su pontificado haya introducido decididamente regulaciones y procedimientos al respecto, también de naturaleza canónica. En segundo lugar, no se puede pasar por alto el hecho de que, en relación con los casos de abusos, durante décadas el colegio episcopal católico romano no respondió de manera adecuada y coherente con el Evangelio, sino que encubrió los casos para proteger la “reputación” de la Iglesia, en lugar de ayudar a las víctimas. También aquí se necesita un proceso público, pero de otra naturaleza.  

Se necesita un reconocimiento público de la culpa por parte de la Iglesia Católica Romana, representada por sus autoridades: frente a Dios, a Jesucristo, el Señor de la Iglesia, frente al Pueblo de Dios, frente a las víctimas de abusos y frente a autoridades civiles por la falta de respeto al derecho público. 
Un tal reconocimiento público de pecado estructural e institucional frente a Dios, a Jesucristo y frente al Pueblo de Dios es insignificante y queda en una mera confesión de labios si no está acompañada por un resurgimiento, enraizado en el arrepentimiento, hacia un futuro renovado que tenga su expresión concreta en el proyecto y medidas de un cambio de praxis.

La Iglesia en Alemania se ha puesto en marcha hacia ese objetivo en el Camino Sinodal. Sin duda el planteamiento de la cuestión y del problema, como el modo de procedimiento, los resultados ya alcanzados junto con medidas correspondientes como el pago de indemnizaciones y medidas de prevención reflejan la situación alemana. Esto no se puede evitar en los pecados estructurales. Si se iniciara un proceso análogo en Italia, ello aparecería con claridad inmediatamente.  
En el intento de una mediación de entendimiento con la Secretaría de Estado, el cardenal Marx habla de un “proceso de formación de opinión” (Meinungsbildungsprozess). Con ello no quería poner en tela de juicio el carácter teológico del Camino Sinodal. Éste se presupone claramente por la historia del origen y sus circunstancias. Para Marx se trata más bien de las reservas jurídicas que han caracterizado al Camino Sinodal en Alemania desde el comienzo. 

La cuestión teológica que se me plantea en relación con la Constitución apostólica “Episcopalis Communio” y con su Carta al Pueblo de Dios que peregrina en Alemania es la siguiente: ¿Se puede realizar el paso para el reconocimiento y concreción de la sinodalidad prescindiendo de la crisis generada por los abusos, de su reconocimiento y de la puesta en marcha de una solución? La Secretaría de Estado parece precisamente querer exigirle esto a la Iglesia alemana.  

¿Por qué razón ello no es posible? Un tal procedimiento conduciría a una contradicción interna: si en el proceso sinodal al que Usted ha llamado en “Episcopalis Communio” se trata de un desarrollo y profundización de la esencia de la Iglesia no se puede prescindir de la situación presente como point de départ: el alejamiento de la propia esencia en el problema de los abusos –que debemos reconocer ante Dios y ante el Pueblo de Dios– y la conversión constituyen el punto de partida del camino hacia la sinodalidad. 
¿Están preparadas para ello las Conferencias Episcopales en los distintos países? ¿Qué pasos de renovación se han hecho? ¿Dónde faltan aún completamente esos pasos? ¿Cuáles fueron las experiencias de la llamada Cumbre Antiabusos de 2019? ¿Se repiten tales experiencias? 

El reconocimiento de las víctimas de abusos y una indemnización, en la medida de lo posible, se ha puesto en marcha, gracias a Dios, en una serie de países. De otros países no se escucha nada aún. Me gustaría agradecerle cordialmente por su empeño personal en este ámbito. Su viaje a Canadá fue un signo luminoso de ello. 
La cuestión de los abusos concierne a la relación entre la Iglesia Católica Romana y el Estado. En Alemania la Iglesia constituye una corporación de derecho público. En muchos países está reconocida su utilidad pública, de manera que no necesita pagar impuestos. La Iglesia firma concordatos, contratos vinculantes de derecho internacional público, que presuponen que la Iglesia respeta en su praxis los ordenamientos jurídicos del Estado. Los fundamentos expuestos –aquí sólo esbozados– muestran que la cuestión de los casos de abusos no se puede tratar como un “problema intraeclesiástico”. El camino hacia la profundizada sinodalidad de la Iglesia no puede emprenderse pasándolos por alto.

Actuar 

La teología tiene la tarea de exponer la ratio fidei. Tiene una función de servicio ante la conducción de la Iglesia y el Pueblo de Dios. Ella puede hacerse eficaz sólo a través de su palabra. En este sentido, ella es pobre e impotente. Pero en este servicio se encuentra a la vez también su responsabilidad y su fortaleza. Aquí se encuentra –en vistas al actuar que queda pendiente en relación con el camino de la sinodalidad y de la cuestión de los abusos– el desafío para el colegio católico-romano de los Obispos bajo Su conducción. 

Permítame una indicación concreta: en pocas semanas se deben presentar los resultados de la fase de preparación para el comienzo de la fase sinodal propiamente dicha. Aquí está la oportunidad de poner de relieve la problemática de los abusos como el punto de partida real para la aspirada profundización sinodal. Lo que a primera vista pueda parecer a algún Obispo como obstáculo para alcanzar la profundizada sinodalidad, se mostrará de hecho como beneficio para una solución sólida y duradera. 

Con Usted, Santo Padre Francisco, con los señores cardenales Mario Grech y Jean-Claude Hollerich y con las personas participantes como sinodales, así como con todos los colaboradores inmediatos, oro por el éxito de este gran proyecto por medio de la fuerza del Espíritu Santo. De aquí pende el futuro de la Iglesia. 

Su devoto en el Señor

Peter Hünermann

Dieser Text ist die spanische Übersetzung des Offenen Briefes an Papst Franziskus (vgl. HK, November 2022, 13-15). Übersetzer: Dr. Adrián Taranzano 

 
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